Y
luego me pregunto el por qué me dan bajones sin motivo alguno. Quizá sea por mi
personalidad o por mi profesión, me gusta mucho darle vueltas a todo y tener la
mayoría de las cosas bajo control, pero eso a día de hoy es imposible. Yo se lo
que yo puedo querer u opinar, pero por suerte (o desgracia, nunca se sabe) aún
no tengo el poder de leer la mente o de averiguar que es lo qué quiere la otra
persona. Y es lo dicho, un montón de dudas sin ningún sentido, más que el no
saber realmente qué somos o qué puede querer. Y lo que más me sorprende a mi
misma es a que a día de hoy no considero que sea una persona que necesita de
etiquetas para querer estar con él, pero quizá sí para mi “paz” mental. Se que
hablar de tener pareja cuando estás con alguien dos meses en la época en la que
estamos ya no se lleva. No se lleva el comprometerse, el vincularse a alguien “demasiado”
pronto. Quizá por la costumbre de la independencia o justamente para no perder
la misma. Siempre he sido partidaria de que importa mucho más lo que se hace a
lo que se dice. Que las palabras se las lleva el viento pero los gestos
permanecen, y es con lo que me quedo cuando mi cabeza me juega pasadas de las
mías. Creo que a día de hoy lo que tengo es cierto miedo a volver a perder la
felicidad que me ha costado tanto conseguir y que obviamente, este chico es muy
culpable de la misma (en sentido bueno claro está). La semana pasada estuve con
él unos días y creo sinceramente que han tenido conmigo el detalle más bonito
de mi vida. Si que es verdad que mi ex pareja no era de hacer detalles ni de
calentarse mucho la cabeza cosa que yo si, pero bueno, es lo de siempre, yo
nunca hago las cosas para recibir lo mismo a cambio. La semana pasada me llevó
a su sitio favorito de Madrid y a ver el ATARDECER, cosa que me encanta. Y
luego pensando que nos íbamos a cenar por ahí me llevó a casa de sus padres
antes, que tenía que despedirse de ellos antes de irse al surf (y yo obviamente
me quedé en el coche). No voy a negar que una parte de mi como que, sí que le
hacía ilusión conocer a sus padres, o a su madre, a quién fuera, en calidad de amiga,
aunque fuera, o de lo que él quisiera, pero también entiendo que él alomejor no
siente lo mismo que puedo sentir yo y que sea demasiado pronto. Yo sí le he hablado de él a mis padres, enseñado alguna foto, a mis amigas cercanas y a mis super amigas del trabajo. No tengo nada que esconder, igualmente a mis padres algo les tengo que decir para justificar el dejarles a Nami cuando me voy a Madrid y que al final oye, no es nada malo conocer a alguien y estar ilusionada. Yo tengo muy
claro lo que a día de hoy quiero, y quiero estar con él. A su ritmo, a lo que él
necesite, con la etiqueta en la que de momento se sienta cómodo. Yo no me voy a
ir hasta que él no quiera. Pero bueno,
la sorpresa fue mucho mejor. Él tiene como un chalet con una piscineta, y desde
que lo conozco llevo diciéndole que ojalá bañarme con él y ojalá baño nocturno.
Pues eso es lo que pasó. Me dijo que bajara del coche y al entrar en casa me tapó
los ojos con sus manos y me llevó a su terraza. Había encendido las luces de la
piscina, puesto música y rodeado toda la piscina y parte de la mesa con velas. Ósea
sinceramente, el detalle más bonito que alguien me ha hecho. Había traído vino,
cena, cachimba, lo tenía todo pensado. Y es que es eso lo que me gusta, el
pensar las cosas, el planear sabiendo que a la otra persona es lo que le va a
hacer ilusión. Fue todo perfecto. En ese momento solo tenía en la cabeza
decirle “te quiero” pero tampoco es cierto completamente y no quiero que se
asuste y se retire, asique besos y abrazos. Se que se ha convertido en una
persona muy importante para mi a día de hoy y que no quiero perderla, y porque
yo misma me freno si no… pero bueno, yo
se que enamorarme de él es inevitable y sinceramente, tampoco quiero parar esto
tan bonito que empiezo a sentir.
Todo
aparte, yo con lo que me quedo es que fue una tarde/noche muy muy muy bonita y
especial. Me llevó a su sitio favorito de Madrid y yo me quedo con el que hacía
casi tres años que no llevaba a nadie, y que a ese sitio iba muchas veces solo
a pensar, pero quería compartirlo conmigo. Pero con lo que más me quedo es que
me llevó a su casa, y fue él quien me dijo que desde su pareja oficial hace ya
casi ocho años no había llevado a nadie a su casa, aunque hubiera estado solo.
Y es a esto con lo que yo me refiero que hacen mucho más los gestos que las
palabras.
Asique
cuando me entran las dudas tontas porque mi cabeza se pone en modo alerta por
seguramente mi pasado, pienso en esa tarde y yo misma me auto relajo. Sara
respira, todo va bien, poco a poco. Qué bonito es volver a ilusionarse con
alguien y como cuesta apagar el mecanismo de defensa de pensar que no merezco que
me traten “bien”.