4.9.24

 Y definitivamente creo que muchas veces hablo demasiado. Pienso demasiado. Comunico mis dudas demasiado. Dudo demasiado. Me infravaloro demasiado.  Y tanto demasiado hay veces que puede ser contraproducente. 

Me gusta planear, fluir pero no mucho y tener en cierta manera las cosas claras. Me gusta reservar sitios para cenar y tener medio controlado un poco mi ambiente. Me gustaría no ser tan así. 

Y luego viene mi cerebro, que va demasiado deprisa. El problema es que estoy tan acostumbrada a que cuando alguien desconecta un poco, está mas distante o simplemente no esté tan pendiente sea por algún motivo malo en concreto. Estoy acostumbrada a que cuando pasa eso es porque realmente algo va mal. Y odio tener la necesidad como de "reafirmación" de que todo va bien, pero bueno, poco a poco. No quiero que se agobie. 

Cerebro apágate. 

3.9.24

 Y luego me pregunto el por qué me dan bajones sin motivo alguno. Quizá sea por mi personalidad o por mi profesión, me gusta mucho darle vueltas a todo y tener la mayoría de las cosas bajo control, pero eso a día de hoy es imposible. Yo se lo que yo puedo querer u opinar, pero por suerte (o desgracia, nunca se sabe) aún no tengo el poder de leer la mente o de averiguar que es lo qué quiere la otra persona. Y es lo dicho, un montón de dudas sin ningún sentido, más que el no saber realmente qué somos o qué puede querer. Y lo que más me sorprende a mi misma es a que a día de hoy no considero que sea una persona que necesita de etiquetas para querer estar con él, pero quizá sí para mi “paz” mental. Se que hablar de tener pareja cuando estás con alguien dos meses en la época en la que estamos ya no se lleva. No se lleva el comprometerse, el vincularse a alguien “demasiado” pronto. Quizá por la costumbre de la independencia o justamente para no perder la misma. Siempre he sido partidaria de que importa mucho más lo que se hace a lo que se dice. Que las palabras se las lleva el viento pero los gestos permanecen, y es con lo que me quedo cuando mi cabeza me juega pasadas de las mías. Creo que a día de hoy lo que tengo es cierto miedo a volver a perder la felicidad que me ha costado tanto conseguir y que obviamente, este chico es muy culpable de la misma (en sentido bueno claro está). La semana pasada estuve con él unos días y creo sinceramente que han tenido conmigo el detalle más bonito de mi vida. Si que es verdad que mi ex pareja no era de hacer detalles ni de calentarse mucho la cabeza cosa que yo si, pero bueno, es lo de siempre, yo nunca hago las cosas para recibir lo mismo a cambio. La semana pasada me llevó a su sitio favorito de Madrid y a ver el ATARDECER, cosa que me encanta. Y luego pensando que nos íbamos a cenar por ahí me llevó a casa de sus padres antes, que tenía que despedirse de ellos antes de irse al surf (y yo obviamente me quedé en el coche). No voy a negar que una parte de mi como que, sí que le hacía ilusión conocer a sus padres, o a su madre, a quién fuera, en calidad de amiga, aunque fuera, o de lo que él quisiera, pero también entiendo que él alomejor no siente lo mismo que puedo sentir yo y que sea demasiado pronto.  Yo sí le he hablado de él a mis padres, enseñado alguna foto, a mis amigas cercanas y a mis super amigas del trabajo. No tengo nada que esconder, igualmente a mis padres algo les tengo que decir para justificar el dejarles a Nami cuando me voy a Madrid y que al final oye, no es nada malo conocer a alguien y estar ilusionada. Yo tengo muy claro lo que a día de hoy quiero, y quiero estar con él. A su ritmo, a lo que él necesite, con la etiqueta en la que de momento se sienta cómodo. Yo no me voy a ir hasta que él no quiera.  Pero bueno, la sorpresa fue mucho mejor. Él tiene como un chalet con una piscineta, y desde que lo conozco llevo diciéndole que ojalá bañarme con él y ojalá baño nocturno. Pues eso es lo que pasó. Me dijo que bajara del coche y al entrar en casa me tapó los ojos con sus manos y me llevó a su terraza. Había encendido las luces de la piscina, puesto música y rodeado toda la piscina y parte de la mesa con velas. Ósea sinceramente, el detalle más bonito que alguien me ha hecho. Había traído vino, cena, cachimba, lo tenía todo pensado. Y es que es eso lo que me gusta, el pensar las cosas, el planear sabiendo que a la otra persona es lo que le va a hacer ilusión. Fue todo perfecto. En ese momento solo tenía en la cabeza decirle “te quiero” pero tampoco es cierto completamente y no quiero que se asuste y se retire, asique besos y abrazos. Se que se ha convertido en una persona muy importante para mi a día de hoy y que no quiero perderla, y porque yo misma me freno si no… pero bueno,  yo se que enamorarme de él es inevitable y sinceramente, tampoco quiero parar esto tan bonito que empiezo a sentir.

Todo aparte, yo con lo que me quedo es que fue una tarde/noche muy muy muy bonita y especial. Me llevó a su sitio favorito de Madrid y yo me quedo con el que hacía casi tres años que no llevaba a nadie, y que a ese sitio iba muchas veces solo a pensar, pero quería compartirlo conmigo. Pero con lo que más me quedo es que me llevó a su casa, y fue él quien me dijo que desde su pareja oficial hace ya casi ocho años no había llevado a nadie a su casa, aunque hubiera estado solo. Y es a esto con lo que yo me refiero que hacen mucho más los gestos que las palabras.

Asique cuando me entran las dudas tontas porque mi cabeza se pone en modo alerta por seguramente mi pasado, pienso en esa tarde y yo misma me auto relajo. Sara respira, todo va bien, poco a poco. Qué bonito es volver a ilusionarse con alguien y como cuesta apagar el mecanismo de defensa de pensar que no merezco que me traten “bien”.

2.9.24

Volver a creer.

 

“Se habla mucho de lo difícil que es estar en una relación toxica, pero no se dice lo suficiente sobre lo duro que puede ser tener una relación sana después de haber tenido una toxica. No se menciona lo complicado que es desactivar los mecanismos de defensa que habías desarrollado para protegerte. No se habla de lo desafiante que es aceptar que alguien te trate bien, sin sospechas ni dudas. Tampoco se menciona lo difícil que resulta creer que realmente mereces ese “amor y esa bondad.”

 

El otro día leí este texto, y la verdad es que hacía tiempo que algo no me definía tanto. Desde hace unos meses me siento feliz. He conocido a alguien, aunque aún no quiera decir mucho por si me sale mal (y que él tiene la dirección del blog, se que no se mete, pero por si acaso tampoco quiero mostrar toda mi intensidad y que se me asuste aún más), pero me gusta mucho. Siento que es una persona que me complementa, que me entiende, que le gusto, que de una manera u otra me hace sentirme mejor conmigo misma, pero sobretodo, me HACE FELIZ. El año pasado por circunstancias de la vida no nos llegamos a conocer, y este verano la vida nos ha dado una segunda oportunidad que no podía dejar pasar. Él ahora está en un campamento de surf, y como me pasó en una foto “existe una ola perfecta tan solo, no dejes de buscarla”, y yo quiero ser su ola. Yo ya no me considero una persona dependiente de la otra, pero si que es cierto que o por mi pasado o por mi forma de ser, necesito un poco de “reafirmación de que todo va bien”. Y estos días que está un poco más ausente (lógicamente) ya mi cabeza empieza a maquinarse mil cosas. El que cuando yo tuviera pareja el hiciera su vida estando aún conmigo a hecho que a día de hoy me cueste pensar que alguien realmente quiere estar conmigo por elección propia y que me elija a mi en vez de a otra persona y eso, aunque sin motivo alguno hace que mis mecanismos de defensa se enciendan y se pregunten el “¿qué está pasando? ¿estamos bien?” Sin motivo para cuestionar absolutamente nada. Y sí, se que la culpable por así decirlo soy yo. Necesito pensar menos y dejar fluir más, aunque sinceramente, yo no soy muy de “vayamos fluyendo”, necesito tener un poquito mas aseguradas/planeadas las cosas.

Es un chico estupendo y él no se lo cree. Se debería de ver con los ojos con los que yo le miro. Me gusta su forma de ser, me siento bien con él, no tengo que ser falsa. Tiene un cuerpo para mi espectacular y nos complementamos bastante bien. Es cariñoso, familiar, cuida de sus amigos y de las mascotas de sus amigos, adora a su hermana, le gustan los perritos y no se cómo lo hace pero siempre huele bien. Tiene su trabajo, su independencia, etc ósea no se, lo admiro. Cuando estoy con él y aún no me he ido ya le empiezo a echar de menos, por é y por como me siento yo estando juntos. Me encantan sus abrazos de oso, me hace sentirme pequeñita y protegida a su lado. Me gustaría proponerle mil planes, aunque algunas cosas ya tenemos en mente, pero si que es cierto que no todo el mundo va a la misma velocidad. Yo se que él está acostumbrado a su independencia y yo antes era prácticamente todo lo contrario, es encontrar nuestro punto medio, y creo, que poco a poco lo estamos haciendo. Ais, ojalá que estos miedos se queden en eso, simplemente en miedos y que mi cabeza poco a poco pueda dejarlos atrás.

Ojalá …